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CUENTO DE NAVIDAD, luces y sombras

Las luces, los adornos en las calles, las tiendas llenas de todo tipo de artículos, colores y brillos, nos ciegan y recuerdan que se acerca la Navidad, es imposible ignorar la Navidad, no importa donde vayas y lo que hagas, el “espíritu navideño” lo inunda todo.

La Navidad, es actualmente la fiesta principal de las naciones occidentales, aunque no siempre fue así, demos marcha atrás en el tiempo el 25 de Diciembre (solsticio de invierno)  ya era celebrada por los romanos desde tiempos remotos, era el Natalis Solis Invicti o Nacimiento del Sol invicto, durante esa semana los romanos celebraban las Saturnales. Otros pueblos germanos y escandinavos también celebraban el 26 de Diciembre el nacimiento de Frey, Dios nórdico del sol naciente. También en América, incas y aztecas tenían fiestas en esas fechas en honor al Dios del Sol y Dios de la Guerra.

No hay constancia de que los primeros cristianos celebrasen la Navidad, no fue hasta el siglo IV cuando en un afán de atraer al cristianismo a otros pueblos, como los romanos, se fusionaron las antiguas saturnales con el nacimiento de Jesucristo. Tras muchos siglos de caer en el olvido, incluso de contar con la prohibición de facciones protestantes y puritanas, es a mediados del siglo XIX cuando se reinventa la Navidad.

Dejando a un lado lo cuestionable de su origen y el fervor religioso de muchos, respetable en todo caso, lo cierto es que la Navidad, cuenta tanto con defensores acérrimos, como con grandes detractores, como Mr. Scrooge, el anciano avaro del cuento de Navidad de Charles Dickens, a quien nada agradaba y que detestaba la Navidad.

En cada una de las familias, encontramos historias de ambos lados, en la mía, mientras que mis padres ignoran la Navidad,  mi hija está encantada, yo en medio lo tengo complicado, por lo que contemporizo según con quien esté y las circunstancias.snowflakes-1014159_640

Junto a la alegría desbordante que llena las calles de luces,  adornos, música navideña y  tiendas atiborradas de todo tipo de regalos,  parece que se impone la obligación de ser feliz en todo momento,  aunque hay  muchos que  huyen del bullicio y cuentan los días para que las fiestas acaben, sintiendo la pérdida de alguien que les falta y que ese empeño por ser dichosos, sólo les hace sentir aún más tristes y desdichados.

Lamentablemente, recurriendo al viejo refrán español “nunca llueve a gusto de todos” porque cada uno de nosotros, somos un ser único, con un sentir concreto, una historia de vida y una interpretación individual, que afectará nuestra postura en cada caso y situación.

Además, las reuniones y eventos festivos, añaden desplazamientos de una casa a otra, la presión añadida de llevar un regalo, el riesgo de encontrarnos con familiares y amigos con los que no tenemos una relación fluida… y el inevitable balance del año transcurrido y los proyectos futuros, para algunos resulta una auténtica prueba de resistencia psicológica. Todo lo cual, no contribuye a que disfrutemos tanto como quisiéramos de las fiestas.

Es importante saber que en Navidad, nuestros problemas no van a cambiar “por arte de magia” y que lo más eficaz es hacerlo durante el resto del año, pues lejos de mejorar, la convivencia más cercana y las tensiones del momento, harán que aumenten en esos días.

Pese a todo, para los que deciden dejarse llevar y participar de la fiesta, hay un sinfín de cosas por hacer, no siempre relacionadas con el consumo y la fiesta, el disponer de días libres nos permite tener más tiempo para estar con la familia y para ver a los amigos que hace tiempo que no vemos. Poder reunirnos y compartir, ya sea una opípara comida o algo más sencillo, nos dará momentos agradables.

gifts-570821_640Si tu deseo y tu economía te lo permiten, tienes la oportunidad de hacer regalos, seguramente también los recibirás, personalmente he podido experimentar la maravillosa sensación que supone, pensar y elegir los regalos para las personas a las que quiero, envolverlos primorosamente, imaginar sus caras al verlos… y si decides no hacer regalos materiales, siempre podrás regalar tu cariño y atención, que en muchos casos resulta mucho más valioso que cualquier bien material.

Y para los que huyen de la fiesta, ya sea porque detestan la Navidad, por asuntos familiares o cualquier otro motivo y prefieren viajar lo más lejos posible, si este es tu caso, disfruta de la oportunidad  de salir y descubrir nuevos horizontes, paisajes y culturas, porque cualquier lugar y momento puede ser mágico y brillante si así lo deseas.

Sea como fuere y estés donde estés, en la cena familiar, en una playa paradisiaca, en pleno vuelo,  en el pueblo de tus ancestros o en tu casa…intenta que estos días venideros, sean un momento agradable en tu vida, un intermedio en tu rutina, algo que puedas recordar con ilusión.

“Conseguirlo depende de ti y aunque no estás obligado a ser feliz, si te esfuerzas un poco, lo lograrás”.

2 Comments

  1. Laura dice:

    Esto me recuerda que este año cenaremos en casa de mis suegros y ¡qué horror¡ estarán mis cuñadas … son terribles y siempre acabamos enfadados mi marido y yo, bueno creo que este año pasé lo que pasé, no voy a darme por ofendida. Gracias por el artículo y Feliz Navidad. Marina.

  2. Itziar dice:

    Maravilloso relato,muy bonito.

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